San Telmo, ubicado a unos minutos del centro de la ciudad de Buenos Aires y del lujoso barrio de Puerto Madero, es uno de los barrios más antiguos y pintorescos de la capital debido a sus calles empedradas, faroles y casas bajas que le dan al barrio un aire de una Buenos Aires de tiempos coloniales y de cuna del tango y de arrabal porteño.
Antiguamente habitado por empleados del puerto, el barrio de San Telmo se convirtió, gracias a su importante crecimiento económico, en el lugar preferido por algunas de las familias más importantes de la sociedad porteña para instalar su residencia.
En el año 1871 la epidemia amarilla tuvo como consecuencia un éxodo de las familias ricas hacia el norte de la ciudad de Buenos Aires dejando las casonas abandonadas. Más tarde dichas casonas fueron ocupadas por las familias de inmigrantes italianos y españoles que llegaron a la ciudad de Buenos Aires, de manera masiva y sobre todo gracias a las políticas aplicadas por el Estado argentino, a partir de 1880 hasta 1910. Con el correr del tiempo la fisonomía del barrio fue cambiando hasta convertirse en uno de los paseos preferidos por los turistas de todo el mundo.
San Telmo ofrece una variedad más que interesante de actividades para sus miles de visitantes: las ya famosas casas de antigüedades, los atéliers de algunos artistas plásticos que se fueron instalando en la zona desde los años sesenta, el Mercado de San Telmo donde uno puede dejarse llevar por los aromas y colores de los puestos de verdura, la feria de los domingos, evento principal de toda la movida del barrio, con orquestas de música que tocan en la calle, las parejas que bailan al ritmo de tango y los ya innumerables vendedores ambulantes que ofrecen toda suerte de artículos antiguos, la Plaza Dorrego, punto central del barrio, donde todos los días de verano los visitantes pueden degustar una cerveza bien fría o de una cena con el fondo de ritmos flamencos, sus calles con adoquines, veredas angostas, casonas antiguas que sirven de marco para la producción de películas y avisos publicitarios, galerías de arte, librerías, iglesias y monumentos hacen de San Telmo un sitio para recorrer y dejarse llevar por las sorpresas que el barrio esconde en cada una de sus esquinas.
Bienvenidos a San Telmo.
Antiguamente habitado por empleados del puerto, el barrio de San Telmo se convirtió, gracias a su importante crecimiento económico, en el lugar preferido por algunas de las familias más importantes de la sociedad porteña para instalar su residencia.
En el año 1871 la epidemia amarilla tuvo como consecuencia un éxodo de las familias ricas hacia el norte de la ciudad de Buenos Aires dejando las casonas abandonadas. Más tarde dichas casonas fueron ocupadas por las familias de inmigrantes italianos y españoles que llegaron a la ciudad de Buenos Aires, de manera masiva y sobre todo gracias a las políticas aplicadas por el Estado argentino, a partir de 1880 hasta 1910. Con el correr del tiempo la fisonomía del barrio fue cambiando hasta convertirse en uno de los paseos preferidos por los turistas de todo el mundo.
San Telmo ofrece una variedad más que interesante de actividades para sus miles de visitantes: las ya famosas casas de antigüedades, los atéliers de algunos artistas plásticos que se fueron instalando en la zona desde los años sesenta, el Mercado de San Telmo donde uno puede dejarse llevar por los aromas y colores de los puestos de verdura, la feria de los domingos, evento principal de toda la movida del barrio, con orquestas de música que tocan en la calle, las parejas que bailan al ritmo de tango y los ya innumerables vendedores ambulantes que ofrecen toda suerte de artículos antiguos, la Plaza Dorrego, punto central del barrio, donde todos los días de verano los visitantes pueden degustar una cerveza bien fría o de una cena con el fondo de ritmos flamencos, sus calles con adoquines, veredas angostas, casonas antiguas que sirven de marco para la producción de películas y avisos publicitarios, galerías de arte, librerías, iglesias y monumentos hacen de San Telmo un sitio para recorrer y dejarse llevar por las sorpresas que el barrio esconde en cada una de sus esquinas.
Bienvenidos a San Telmo.
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